jueves, 3 de abril de 2008

Playa Larga, CA

Llevo acá ya dos semanas... el tiempo ha pasa lento y su rapidez me abruma.
Me hayo pero no. Traje conmigo la timidez que he acumulado en 30 años.
Todos los días veo a Long Beach igual. Limpia, todo en su lugar, los choferes de autobús siempre son amables. Hay prisa, pero no demasiada.
En Long Beach es raro que alguien toque el claxón para presionar al de adelante, el peatón ocupa un lugar importante, se le presta atención, y los ciclistas también son respetados, aunque me comentaban que no mucho. Creo que para sentir la ignorancia total hay que rodar por el DF.
Y la playa, grande, limpia, no se permite fumar (como en casi todos los lugares), con su aire frío y su horizonte de barcos y esos enormes aparatos para cargar y descargar mercancías, un horizonte truncado, que no se apetece para playa.
Y luego el cielo, siempre limpio, y las estrellas siempre visibles... me recuerdan Bacalar.

Hoy es el cumpleaños de mi madre, y la extraño.

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