domingo, 6 de abril de 2008

lágrimas de nada

Desde hace varios días traigo lágrimas de nada, de esas que brotan sin razón (tal vez sin razón aparente). Ni de alegría, ni de tristeza, tal vez son de un simple fluir. De escuchar una canción, ver una película, mirar el mar, andar en bicicleta, leer, tratar de escribir o pensar (sí, tratar de pensar).

No sé dónde ponerlas. Mis ideas quieren ubicarlas en demasiadas partes, he pensado colocarlas en pequeños frascos de vidrio y coleccionarlas, igual que Susanita, la amiga de Mafalda, pero sería un gran problema guardarlas en el equipaje cuando regrese a México. Y como quiero viajar ligera sólo me queda dejarlas secar... a ver si se pronto se dan por vencidas.

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