Porque no sé cuál sí... ni siquiera si tengo uno a la mano.

Elijo también clavar la mirada en el horizonte, lo que crea la sensación de distorsiones a mi alrededor.
Elijo no elegir, y como eso no es posible, vuelvo al silencio, a la mirada en el horizonte. Y me vuelco hacia adentro, a ver si me ubico entre los caminos imaginados... algunos propios y algunos robados.